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El fin de una época

Documento del Comité Central del Partido Obrero Revolucionario (POR-Cuarta Internacional)

1.- La crisis financiera que se inició en Estados Unidos y se ha extendido a todo el mundo es un acontecimiento de enorme importancia en la evolución de la economía capitalista y que sin duda tendrá grandes repercusiones en la lucha de clases. Es el final de una época: la que empezó en los años 80 del siglo pasado con Reagan y Thatcher; la que dio un enorme impulso a la globalización y a sus políticas denominadas neoliberales; la que generalizó las privatizaciones y los recortes de derechos sociales; la que convirtió en ley que el mercado capitalista podía espontáneamente resolverlo todo... Se trata del final de una época determinada por las políticas de un liberalismo extremo, que no hay que confundir con el final de la globalización ni menos con que estemos ante una crisis terminal del capitalismo. Las crisis nunca son un acto único sino un proceso (la crisis de 1929 alcanzó su momento más álgido en 1933). Lo importante es comprender bien su tendencia y sus dinámicas.
 
2.- La crisis es muy grave pero el capital dispone todavía de recursos económicos y políticos para enfrentar la situación. La globalización consiste en una mayor concentración del poder en cada vez menos manos (?las 200 empresas que controlan el mundo?) en un enorme crecimiento del mercado mundial sin apenas restricciones para la exportación de capitales, en el mayor peso del capital financiero sobre el destinado a la producción de mercancías (de ahí también la importancia de la especulación del capital en la actual crisis) y en la acumulación de grandes beneficios. Este colchón de beneficios es el que todavía le permite un cierto margen de maniobra para afrontar la gravedad de la crisis.
 
3.- Se trata del final de una época porque las cosas ya no podrán ser como antes. La necesidad de salvar el sistema financiero ha obligado a los gobiernos de los países más poderosos a multimillonarias inversiones en una medida defensiva para evitar males mayores. Tales inversiones están destinadas a salvar los intereses de los grandes inversores y son la expresión del fracaso de las políticas neoliberales. El mercado no resuelve los problemas por sí mismo. La liberalización extrema se convierte en un peligro para el mismo sistema capitalista. ?Las relaciones burguesas de producción y de cambio, las relaciones burguesas de propiedad, toda esta sociedad burguesa moderna, que ha hecho surgir como por encanto tan potentes medios de producción y de cambio, se asemeja al mago que ya no es capaz de dominar las potencias infernales que ha desencadenado con sus conjuros? (Manifiesto Comunista)
 
El Estado está obligado a intervenir para salvar la economía. La desregularización y la falta de control son riesgos para la salud del sistema. Es evidente que, bajo el capitalismo, hasta la intervención del Estado, en una especie de nacionalización encubierta, se hace para salvar a los más ricos (los beneficios se privatizan para unos pocos y las pérdidas se socializan para todos). La globalización tal cual la hemos vivido en los últimos decenios no puede continuar así a riesgo de provocar crisis aún más profundas. 
Ya son muchas las voces que exigen cambios regulatorios, mayores medidas de control, acabar con las zonas oscuras de la especulación capitalista, etc. Para salvarse el capitalismo necesitará cambios. Recordemos nuestras Tesis del XVI Congreso: ?La globalización, al agravar las contradicciones del sistema, debilitar a las fracciones intermedias, subvertir el orden establecido desde 1945, suprimir todos los artificios y colchonetas que el capitalismo reformista de la posguerra había dispuesto para atenuar y ralentizar los efectos de las crisis, bajo la presión del movimiento obrero, está haciendo mucho más inestable y quebradizo al sistema, cavando más honda su tumba. De la escalada de los superbeneficios imperialistas actuales, a costa de ahondar el foso entre los países y las clases, se puede concluir: Más dura será la caída.?.
 
4.- Decir que una mayor regulación o control del sector financiero hubiera evitado la crisis es no conocer las leyes del desarrollo bajo el capitalismo. El propio sistema capitalista necesita revolucionar sus propios medios de producción para seguir existiendo y ese proceso genera una sobreproducción que ya no puede llegar a asumir y entonces el choque entre la capacidad de producción, técnica, científica? choca con las relaciones de propiedad establecidas por el capitalismo. De ese choque surgen las crisis (y las posibilidades revolucionarias) que una mayor regulación puede, en ciertas condiciones, retrasar pero en ningún caso evitarlas.
 
En la medida que la globalización ha ido avanzando ha ido creciendo la preocupación por la gravedad de la crisis y el intento de evitarlas. Durante la burbuja de las empresas de Internet a principios del 2000 se decía que el desarrollo de la informática permitiría un control de las crisis y un nuevo desarrollo del capitalismo. Poco duró el espejismo y, como en todas las crisis se dilapidaron y destruyeron fuerzas productivas. El mismo proceso se repite ahora con mayor profundidad y mayor envergadura.
 
5.- Estamos ante una de las crisis más graves desde el crack de 1929 que es la expresión de la acumulación de muchas otras: crisis de la deuda mexicana en 1982; crack bursátil de la Bolsa de Nueva York en 1987; quiebra de las cajas de ahorro norteamericanas en 1989; crack de la Bolsa de Tokio y del sector inmobiliario en Japón que abrió una recesión en el país de cuyas consecuencias aún no se ha recuperado; 1997-1998, crisis de los ?tigras asiáticos? con fuerte impacto en Rusia y Argentina; 1997, crisis financiera en Corea; 2000 estallido de la burbuja de internet; 2001 crisis argentina... Las medidas extraordinarias acordadas por los gobiernos pueden en un cierto tiempo agudizar aún más la quiebra del sistema. Los miles de millones de dólares necesarios para afrontar la crisis de las hipotecas subprime (cuyo valor real se desconoce) multiplicará el déficit americano y si le añadimos los costes a fondo perdido del mantenimiento de la guerra en Irak y Afganistán? las perspectivas económicas para la primera potencia mundial son desastrosas. Parecidas parecen las perspectivas en la economía europea. Es pronto para ver los cambios que se producirán pero ya los está habiendo en las alturas de los grupos más poderosos del capitalismo y una pérdida de peso del imperialismo americano.
 
La crisis reforzará aun más las tendencias a la concentración de la economía capitalista. La crisis ya ha liquidado algunos bancos; otros han aprovechado la coyuntura para comprar a bajo precio y reforzar su peso en las finanzas mundiales. Esa tendencia se extenderá a otros sectores y su resultado será que el poder financiero y de los sectores industriales y comerciales más decisivos quedará aún en menos manos.
 
6.- El carácter mundial de la globalización ha hecho más interdependientes todas las economías. La economía europea anuncia una recesión. China, que dispone de un
enorme superávit y que ha estado aguantando el déficit público norteamericano, está reduciendo su crecimiento.
 
Evidentemente, lo que es una grave crisis financiera se trasladará, ya lo está haciendo, al terreno de la producción, comercial y de consumo y en ese caso todos los dispositivos económicos preventivos pueden saltar por los aires.
 
7.- Como siempre que se abre una crisis capitalista salen los que defienden algunos cambios necesarios para que el capitalismo siga existiendo. Son los que dicen que algo tiene que cambiar para que todo (lo fundamental) siga igual. Otra vez, tanto desde el propio imperialismo como de la socialdemocracia, se alzan voces pidiendo controles, regulación? sin duda que algunas medidas están obligados a tomar, pero como declaró el responsable de un fondo de alto riesgo: ?Se ganará menos dinero y se endurecerá la normativa bancaria?hasta que alguien invente la manera de saltársela.? Es una declaración franca de que la pervivencia del capitalismo globalizado está íntimamente ligada al parasitismo y la especulación, ya sea financiera, en materias primas, alimentación, etc.
 
La crisis no es el producto de la falta de liquidez del sistema financiero. La falta de liquidez es una expresión de la crisis. No hay que confundir los efectos con las causas. ¿Cómo es posible que en pocas semanas hayamos pasado de la existencia de liquidez a la desconfianza de prestarse dinero entre los bancos? Si fuera un simple problema de liquidez ¿por qué la decisión del gobierno americano de inyectar 700.000 millones de dólares no ha resuelto el problema y dado tranquilidad a los inversores? La crisis estalla como el resultado de la acumulación de contradicciones, particularmente de la pirámide especulativa que desde hace años recorre la economía mundial. Marx logró explicarla así: ?En un sistema de producción en que toda la trama del proceso de reproducción descansa sobre el crédito, cuando éste cesa repentinamente? tiene que producirse inmediatamente una crisis, una demanda violenta y en tropel de medios de pago. Por eso, a primera vista, la crisis aparece como una simple crisis de crédito y de dinero? 
Pero, al lado de esto, hay una masa inmensa de estas letras que sólo representan negocios de especulación, que ahora se ponen al desnudo y explotan como pompas de jabón??.
 
8.- El mismo carácter de la globalización ha facilitado la rápida extensión de la crisis a Europa, que en muchos países se ha visto obligada a nacionalizar bancos para evitar una extensión mayor de la crisis financiera, y varios de ellos están en recesión. Después de la crisis política en la construcción europea por el rechazo en el referéndum irlandés, la crisis económica paraliza los intentos de reflotarla. Aumentarán las dificultades para los planes políticos, por los diferentes intereses de cada una de las burguesías, y hasta el plan aprobado en la Agenda Lisboa (privatizaciones, precariedad, aumento de la productividad, etc.) serán de difícil aplicación.
 
En este marco hay que prever una agudización de la crisis en España. Desde hace tiempo veníamos insistiendo en la debilidad del ?milagro? español basado en el ladrillo, el turismo, el endeudamiento de las familias y el empleo precario y de bajos salarios. La crisis ya está golpeando en prácticamente todos los sectores, el sector industrial tampoco se queda al margen. En muy poco tiempo el gobierno ha dilapidado su crédito, en primer lugar el económico pero también el político.
 
La salida a la crisis no está definida por anticipado y puede abrir escenarios diferentes, tanto hacia la derecha por la continuidad de las políticas neoliberales, o incluso xenófobas si cala la utilización de la inmigración como un elemento de división entre la
clase trabajadora, como hacia la izquierda a través de la intervención firme y masiva de la clase trabajadora. Todo dependerá de la lucha de clases.
 
9.- Están abiertas las posibilidades de un nuevo desarrollo de la lucha de clases. Constatamos la enorme distancia entre la conciencia, la organización y los objetivos políticos de la clase trabajadora y las posibilidades y tareas que se abren. Nuestro punto de partida será responder a la crisis para evitar que recaiga sobre las espaldas de los trabajadores. Pondremos por delante las exigencias más inmediatas de defensa del empleo y el salario pero nuestras propuestas tendrán que ir más lejos, en exigir medidas contra los capitalistas, contra quienes durante estos años se han llenado los bolsillos con los multimillonarios beneficios. Será la manera de enfrentar las exigencias de la población trabajadora con los que siguen identificando interés público con su propio interés.
 
Nuestro método es el de la movilización y la exigencia del más amplio frente único. La crisis por profunda que sea no resuelve por sí misma los problemas de la conciencia y la organización, sólo facilita un progreso más rápido. Serán necesarias nuevas experiencias que permitan dar confianza y fuerza a la movilización y que las nuevas generaciones aprendan de ellas para renovar y regenerar el movimiento obrero. Debemos dar el máximo de importancia a la participación y a la más amplia unidad de la clase trabajadora. Pretender dar saltos en el vacío, radicalizar artificialmente el movimiento o crear y sostener pequeñas agrupaciones sindicales no es la mejor respuesta a la situación. Al contrario, la crisis llevará a los trabajadores y trabajadoras a mirar hacia los grandes sindicatos y, aunque la política de sus dirigentes sea timorata y conciliadora, serán el medio para agruparse y movilizar. 
Las posiciones conquistadas en los sindicatos en el trabajo paciente de estos años pueden ser la palanca para reforzar y ampliar el trabajo de los marxistas revolucionarios.
 
10.- El hueco entre la gravedad de la crisis y los ataques que representará contra la población trabajadora y el retraso en la conciencia y la organización debe ser llenado a través de la movilización y de que las propuestas signifiquen una respuesta a los problemas inmediatos y que lleguen a elevarse hasta el nivel de chocar con los intereses de los capitalistas. Es lo que denominamos un sistema de reivindicaciones transitorias para la movilización de las masas. Hay que combatir la idea de que las crisis sólo significan retroceso para las clases populares. Nada está escrito. Todo depende de la lucha y sin crisis tampoco es posible dar pasos hacia delante, empezando por los problemas más urgentes:
 
Empleo: No aceptar cierres ni despidos en empresas con beneficios. Que el gobierno central o los autonómicos no acepten expedientes de regulación de empleo. Las empresas deben estar obligadas a presentar un plan social si quieren deslocalizar o cerrar y a devolver el dinero de ayudas públicas que hayan recibido. Si el gobierno avala a la banca, medidas también para defender los empleos y las empresas, con presencia y/o control de los trabajadores en los órganos de la empresa. No al abaratamiento del despido. Jubilación a los 60 años.
 
Salario: La crisis no la deben pagar los ya insuficientes salarios de los trabajadores. Cláusulas de revisión salarial en los convenios. 1.000 euros de salario mínimo.
 
Jornada: Luchar contra la crisis es repartir el trabajo. Volver a poner en el centro la lucha por las 35 horas y la reducción de las horas extras como respuesta a los despidos y expedientes.
 
Planes de Obras Públicas: Se necesita un plan urgente para combatir el paro a partir de inversiones públicas en infraestructuras y servicios públicos.
 
Que paguen más los que más tienen: En este país los más ricos son los que proporcionalmente pagan menos impuestos. Hay que cambiar la fiscalidad para establecer criterios progresivos para que los más ricos y las más grandes fortunas paguen más.
 
Sistema financiero: La crisis y millonarias inversiones de los Estados ha demostrado que la banca debería ser un servicio público y social antes que el negocio privado de unos cuantos. Si no son capaces de cumplir su papel, si la clase trabajadora y ciudadanía, o la pequeña y mediana empresa se ven estranguladas por no poder obtener créditos, el Estado debe nacionalizar el conjunto de la banca y hacer que cumpla su función estratégica de servicio público de crédito poniéndola bajo control del Estado y de las organizaciones de los trabajadores. Podría ahorrarse así, dejando de pagar a la banca privadas y sus voraces banqueros, todo el dinero necesario y dedicándolo a un plan de conjunto para que la crisis no recaiga sobre los más débiles. Este es el plan que necesitamos y no ?apretar el cinturón? a los pobres.
 
11.- En esta situación la crisis de Izquierda Unida añade dificultad para lograr dar pasos en la reorganización política de la izquierda. A pocas semanas de reunir una Asamblea Federal que decida su futuro seguimos considerando que la alianza de fuerzas políticas diversas opuestas al neoliberalismo y a la izquierda del social-liberalismo sigue siendo una necesidad en el proceso de reorganización de la izquierda.
 
La nueva situación exige también buscar todas las posibilidades de debate, de reflexión y de confluencia política con otras tendencias revolucionarias, tanto en el Estado español como a nivel internacional. Los y las militantes que estamos agrupados en el POR somos conscientes que sólo representamos una parte de los que luchan por el socialismo y que las tareas políticas, teóricas y organizativas que la crisis nos plantea necesita de un salto cualitativo y cuantitativo, de confluencia con otras tendencias o grupos de militantes. Nos declaramos dispuestos a ello.
 
12.- Se abre el campo para una importante lucha ideológica de denuncia del capitalismo, de defensa de los principios y objetivos del socialismo, de actualización del marxismo para el siglo XXI. Durante los últimos años parecía que la ideología de la clase dominante era la única posible. Se ha abierto la posibilidad de que el marxismo vuelva de nuevo a interesar como la herramienta capaz de explicar y comprender los procesos sociales e históricos desde un punto de vista materialista. Podríamos decir que ?Marx vuelve?, pues la crisis ha puesto de actualidad su análisis del capitalismo; el papel del Estado como ?consejo de administración de la clase capitalista?; las crisis como destructoras de fuerzas productivas? Evidentemente, no se trata de repetir las frases hechas ni de considerar que todo está en los clásicos. La actualización del marxismo para la lucha por el socialismo en el siglo XXI es la tarea a la que hay que dedicar tiempo, esfuerzos y estudio, tanto teórico como práctico. Leer o releer los clásicos del marxismo; estudiarlos a la luz de los nuevos acontecimientos; conocer las nuevas aportaciones; organizar debates y reflexiones y, sobre todo, trasladar sus enseñanzas a la lucha de clases será nuestra aportación al renacimiento del marxismo revolucionario de nuestra época.
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